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Preguntas Más Frecuentes

¿Es incorrecto cerrar los ojos cuando se hace daimoku o gongyo?

Lo mejor es mantener los ojos abiertos y enfocados en el Gohonzon. Por lo general, se considera una falta de educación no mirar a alguien a los ojos cuando se le está hablando. Figurativamente esto también puede ser válido cuando estamos frente al Gohonzon, haciendo el gongyo o el daimoku. Si de tanto en tanto se cierran los ojos no tienen por qué preocuparse, sólo tengan en cuenta que, con los ojos cerrados, es más difícil fusionarse intensamente con el Gohonzon. Desde luego, las personas con dificultades de visión hacen daimoku al Gohonzon que tienen en su corazón.

¿Dónde debemos centrar la vista cuando miramos el Gohonzon?

Lo que nos resulte más natural está bien. Podemos mirar los ideogramas de Nam-myoho-rengue-kyo, que están escritos de arriba abajo, en el centro, o el Gohonzon entero. Mirar el Gohonzon es como contemplar el universo, es como observarlo en su totalidad desde un punto panorámico.

El Gohonzon es una representación de la fuerza motriz y de la esencia universal. Por lo tanto, cualquier parte del Gohonzon que contemplemos es como estar mirando el universo entero. En tal sentido, no tiene mucha importancia adónde posamos la mirada. Pero es más fácil invocar si nos concentramos en el centro en el carácter myo.

En el «Ongi Kuden» (Registro de las enseñanzas transmitidas oralmente), el Daishonin dice con respecto a los cinco ideogramas de Myoho-renge-kyo: «Nuestra cabeza es myo, nuestro cuello es ho, nuestro pecho es ren, nuestro vientre es ge y nuestras piernas son kyo».

Miramos la parte del Gohonzon en que nos queda más cómodo fijar la vista. El Gosho tan sólo dice que debemos sentarnos erguidos; no dice dónde hay que mirar cuando uno hace daimoku. En su inmensa benevolencia, Nichiren Daishonin nos ha permitido invocar libremente, de la manera que nos resulte más natural y cómoda. Con su notable comprensión de la naturaleza humana, el Daishonin tomaba en cuenta la autonomía, la personalidad y las circunstancias de cada individuo; nos alentó siempre a practicar la fe con flexibilidad y libertad. Los que impusieron rituales y prácticas no descritos en el Gosho ni en el Sutra fueron los sacerdotes ambiciosos de los tiempos posteriores, en su intento de justificar su autoridad sobre los laicos.

¿Cuándo hacemos gongyo y daimoku, sentimos un torrente de fuerza vital, ¿Por qué sucede esto?

Haciendo gongyo y daimoku nuestra vida se fusiona con el universo. El gongyo mediante la fe hace que la fuerza vital del universo entero circule por nuestra vida individual. Si lo hacemos en forma regular, cada mañana y cada tarde, se fortalece la fuerza vital que sostiene nuestras actividades cotidianas.

Así que nosotros somos nuestro propio pequeño universo.

El cerebro humano se compara con un universo por su infinito potencial, y la clave está en cómo extraer dicho potencial. La Ley Mística es esencia y origen de todas las demás leyes y principios, que existentes tanto en el reino material como en el mundo espiritual, es invisible y sin embargo, existe sin ninguna duda. Nichiren Daishonin reveló el Gohonzon, para que podamos tomar contacto con la fuerza de la Ley Mística y manifestarla en nuestra vida.

Cuando hacemos gongyo y daimoku al Gohonzon, nuestra vida armoniza perfectamente con el universo. Nuestra vida y el universo se fusionan como engranajes que encajan con perfecta precisión, y comenzamos a movernos en dirección a la felicidad y la plenitud, manifestando la energía, la sabiduría y la buena fortuna que nos permiten remontar cualquier problema o sufrimiento, podemos quebrar cualquier situación de estancamiento.

A algunos les cuesta poner la mente en el Gohonzon cuando hacen daimoku. Se distraen, y la mente se les pierde en pensamientos. ¿Qué pueden hacer?

Lo que hay que hacer es compartir todos esos pensamientos con el Gohonzon, a medida que nuestra fe se desarrolle, veremos que cada vez nos es más fácil concentrar la mente cuando invocamos.

¿Está bien hacer daimoku principalmente por nosotros mismos?

Es natural que las oraciones se centren en sus propios deseos y sueños, si invocamos daimoku de una forma natural, sin reservas ni afectación, por lo que más ansiamos, con el tiempo iremos cultivando un estado de vida cada vez más amplio y noble. Somos libres de hacer daimoku por lo que queramos. Todo yace en nosotros. Hacer el gongyo y el daimoku no son obligaciones, sino un estupendo derecho que todos tenemos.

Una persona frente a un problema muy difícil a través de orar con toda sinceridad, al cabo de un tiempo, no vio ningún progreso. ¿En qué había fallado?

En el Budismo de Nichiren Daishonin, se dice que no hay oración que quede sin respuesta. Pero es muy distinto de pretender la gratificación instantánea de todos los deseos, como si el Gohonzon fuese mágico.

Hay oraciones que tendrán respuesta en forma inmediata; otras, no. Pero cuando miremos hacia atrás, nos daremos cuenta que todo salió de esa forma porque ése era el mejor desenlace  para nosotros. Nuestra fe se refleja en la vida cotidiana, en nuestras circunstancias reales. Una oración no tendrá respuesta si no hacemos los esfuerzos apropiados que nuestra situación requiere. Y por otro lado, el nivel de fe de cada persona es distinto.

Así que, aun cuando uno no obtenga resultados inmediatos, lo importante es perseverar en la práctica budista. Es poco realista pensar que uno podrá lograrlo todo de la noche a la mañana. Si cada una de nuestras oraciones hallara respuesta inmediata, acabaríamos dejando de esforzarnos, y seguramente se agravaría el problema. Sería como efectuar reparaciones superficiales en un edificio que se está desplomando, en lugar de solucionar el problema de raíz. Sólo se puede reconstruir algo sólido trazando primero cimientos bien firmes.

La fe nos permite transformar no sólo nuestros problemas cotidianos, sino también las bases mismas de nuestra vida. Mediante nuestra práctica budista, podemos desarrollar un sólido núcleo interior, y una reserva inagotable de buena fortuna.

Pase lo que pase, lo importante es seguir haciendo daimoku. Así podremos ser felices, sin falta. Aunque las cosas no salgan del modo que inicialmente habíamos imaginado, cuando luego miremos hacia atrás, comprenderemos, en un nivel mucho más profundo, que ese había sido el mejor resultado.

Por ejemplo, el beneficio visible puede darnos hoy de comer, pero nos dejará preguntándonos, con aprensión, de dónde saldrá la comida de mañana. En cambio, el beneficio invisible se asemeja más a una situación de gradual crecimiento económico, donde nunca más haya que pasar preocupaciones por la comida... ¡aun cuando, al    comienzo, pueda haber algún día con la nevera vacía!

La práctica budista es la forma de fortalecer, purificar y desarrollar nuestra condición interior, fortaleciendo nuestro estado de vida a través del daimoku. Cuando cambia nuestro estado interior, la mente y el cuerpo también se transforman y se llenan de energía, El daimoku carga las baterías, si no cargamos energía nos faltará en el momento en que más la necesitemos, y entonces nuestro entorno terminará venciéndonos.

¿Qué debe tener en cuenta para instalar el altar una persona que está por recibir Gohonzon?

El Gohonzon es la entidad de la vida de Nichiren Daishonin, el Buda Verdadero de los Últimos Días de la Ley. Recibirlo es como darle la bienvenida al Buda en su hogar, de modo que usted querrá ubicarlo en un lugar que sea el más apropiado para que se siente el Buda.

El altar budista o butsudan, es la casa del Gohonzon, la fuente de la felicidad y prosperidad para Ud. y su familia, de ahora en delante. Trate de adquirir (o construir) uno que sea la expresión adecuada de su sincero sentimiento hacia el Gohonzon. Sin embargo no hay necesidad de que sea extravagante o gaste más de lo que sus medios le permitan. A medida que usted comprenda la grandiosidad del Gohonzon naturalmente querrá dignificar el lugar donde está consagrado.

En lo que concierne a los accesorios del altar, por lo menos debe tener un florero para las ramas verdes, un quemador de incienso y un candelabro. Además, puede tener una campana, una copa para el agua y un plato para las ofrendas.

¿Por qué ofrecemos al Gohonzon agua, hojas verdes, velas e incienso?

Las ofrendas al Gohonzon son una expresión importante de nuestra fe y no deben descuidarse. Lo más importante al hacer estos ofrecimientos es nuestro deseo de expresar nuestra gratitud al Gohonzon.

Limpiar el altar y ofrecer agua fresca cada día, hacer ofrendas de ramas verdes y fruta y encender las velas y quemar incienso mientras hacemos gongyo e invocamos daimoku, son todas ofrendas al Gohonzon y dignifican el lugar donde está consagrado.
El ofrecimiento del agua, velas, incienso etc. representa la devoción a los Tres Tesoros: el Buda (Nichiren Daishonin), La Ley (Nam-myoho-renge-kyo) y el Sacerdote (Nikko Shonin). Uno puede utilizar ya sea un par de velas y dos floreros para el verde, o una vela y un florero. La tríada de verde, velas e incienso tiene varios significados simbólicos, incluyendo las Tres Verdades, las Tres Propiedades y los Tres Potenciales inherentes a la naturaleza del Buda. En cuanto a las Tres Verdades, las velas simbolizan la verdad de la no-existencia; lo verde, la verdad de la existencia temporaria, y el incienso, la verdad del Camino Medio. En las Tres Propiedades el incienso representa la propiedad esencial de la vida del Buda, o la propiedad de La Ley; las velas la propiedad espiritual iluminada del Buda o la propiedad de la sabiduría; y lo verde representa la propiedad física iluminada del Buda, o la propiedad del amor compasivo. En los Tres Potenciales inherentes a la naturaleza del Buda, el incienso representa La Budeidad; las velas, la sabiduría para percibirla, y lo verde, la capacidad para formar una relación con el medio ambiente que nos permita manifestarla.

La tradición del ofrecimiento de agua procede de La India, el lugar de nacimiento del Budismo. Como La India es un país caluroso, el agua fue considerada desde tiempos antiguos, como de gran valor, y era costumbre ofrecerla a los invitados. Más tarde llegó a ser ofrecida ante las tumbas y los altares budistas. En La Soka Gakkai, la copa de agua fresca es ofrendada al Gohonzon cotidianamente, antes del gongyo de la mañana, y retirada del altar antes del gongyo de la tarde.

¿Cuál es el significado particular de quemar incienso, y cómo debe usarse?

El incienso fue usado tradicionalmente para crear una atmósfera de pureza y fragancia frente al altar budista. El ofrecimiento de fragancias en presencia del Buda es mencionado frecuentemente en muchas escrituras budistas, incluyendo el Sutra del Loto.

En La Soka Gakkai, quemamos el incienso frente al altar durante el gongyo de la mañana y de la tarde como una expresión de sinceridad hacía el Gohonzon. La clase de incienso más comúnmente usado ahora, fue introducida durante el periodo Edo (1600-1868).

Se usa de uno a tres palillos, dependiendo de la medida de su quemador. El palillo de incienso, en otras religiones o escuelas de budismo, se quema en una posición erguida pero es una tradición del budismo de Nichiren Daishonin el poner el palillo de incienso en forma horizontal, con el extremo encendido mirando hacia la izquierda. Esta posición es compatible con el objetivo de crear una atmósfera de tranquilidad delante del altar, y posee al menos dos simbolismos importantes: el primero tiene que ver con que nuestra práctica expresa paridad o igualdad con el Gohonzon: no oramos ni rogamos a un hipotético ser supremo sino a la propia esencia de nuestra vida; otro simbolismo podría ser que, al quemar incienso de manera vertical, cuando caen las cenizas de disgregan o esparcen, mientras que cuando lo quemamos de manera horizontal las cenizas quedan conformando un “colchón” de esas mismas cenizas y de cenizas anteriores. Este simbolismo se relaciona con la Ley de Causalidad, por la cual toda causa produce su efecto y no existe efecto que no provenga de una causa.

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Tribuna Dominicana

  • Publicación agosto 2017
    Editorial del Presidente de la SGI, Daisaku Ikeda: Una invencible convergencia dedicada al bien mayor.
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