En el Budismo de Nichiren Daishonin, se dice que no hay oración que quede sin respuesta. Pero es muy distinto de pretender la gratificación instantánea de todos los deseos, como si el Gohonzon fuese mágico.
Hay oraciones que tendrán respuesta en forma inmediata; otras, no. Pero cuando miremos hacia atrás, nos daremos cuenta que todo salió de esa forma porque ése era el mejor desenlace para nosotros. Nuestra fe se refleja en la vida cotidiana, en nuestras circunstancias reales. Una oración no tendrá respuesta si no hacemos los esfuerzos apropiados que nuestra situación requiere. Y por otro lado, el nivel de fe de cada persona es distinto.
Así que, aun cuando uno no obtenga resultados inmediatos, lo importante es perseverar en la práctica budista. Es poco realista pensar que uno podrá lograrlo todo de la noche a la mañana. Si cada una de nuestras oraciones hallara respuesta inmediata, acabaríamos dejando de esforzarnos, y seguramente se agravaría el problema. Sería como efectuar reparaciones superficiales en un edificio que se está desplomando, en lugar de solucionar el problema de raíz. Sólo se puede reconstruir algo sólido trazando primero cimientos bien firmes.
La fe nos permite transformar no sólo nuestros problemas cotidianos, sino también las bases mismas de nuestra vida. Mediante nuestra práctica budista, podemos desarrollar un sólido núcleo interior, y una reserva inagotable de buena fortuna.
Pase lo que pase, lo importante es seguir haciendo daimoku. Así podremos ser felices, sin falta. Aunque las cosas no salgan del modo que inicialmente habíamos imaginado, cuando luego miremos hacia atrás, comprenderemos, en un nivel mucho más profundo, que ese había sido el mejor resultado.
Por ejemplo, el beneficio visible puede darnos hoy de comer, pero nos dejará preguntándonos, con aprensión, de dónde saldrá la comida de mañana. En cambio, el beneficio invisible se asemeja más a una situación de gradual crecimiento económico, donde nunca más haya que pasar preocupaciones por la comida... ¡aun cuando, al comienzo, pueda haber algún día con la nevera vacía!
La práctica budista es la forma de fortalecer, purificar y desarrollar nuestra condición interior, fortaleciendo nuestro estado de vida a través del daimoku. Cuando cambia nuestro estado interior, la mente y el cuerpo también se transforman y se llenan de energía, El daimoku carga las baterías, si no cargamos energía nos faltará en el momento en que más la necesitemos, y entonces nuestro entorno terminará venciéndonos.