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Preguntas Más Frecuentes

Si la enfermedad se puede curar por medio de la fe entonces, ¿Son los médicos innecesarios?

Tener fe no implica que podamos curarnos sin necesidad de un médico debemos tener presente que no es el médico, no es la técnica que verdaderamente cura las enfermedades, si no mas bien la habilidad que tenemos inherente para recuperarnos. La fuerza vital es entonces, la llave para recuperarse de cualquier enfermedad. Hay un dicho que expresa "te vas a enfermar de tanto preocuparte", lo que indica el hecho de que el espíritu determina cuan rápido puede recuperarse. La ciencia médica moderna ha corroborado esto.

Está de más decir, que algunas enfermedades pueden curarse con tratamientos específicos, otras no. Si la enfermedad de una persona puede curarse con medicamentos o por medio de una operación, por supuesto que debe ver al médico. En realidad, todavía existen muchas enfermedades que la tecnología médica moderna no puede curar, las llamadas enfermedades karmikas que van más allá del poder de la ciencia médica.

¿Por qué hacer Daimoku y Gongyo da beneficios, si no se entiende el significado de lo que está diciendo?

Un bebé succiona la leche del seno materno y se beneficia de ella, sin conocer la composición de lo que está bebiendo. Conocer el significado, nos ayuda a fortalecer nuestra convicción en la Ley Mística, sin embargo, si este entendimiento no se ve acompañado de la práctica, no servirá de mucho.

Cada especie animal, posee una forma específica de comunicarse. Las aves, comprenden sin problema el lenguaje de las aves, los idiomas extranjeros son incomprensibles para quien no los conoce, del mismo modo, quien recita gongyo y daimoku se comunica con el Gohonzon.

¿Podemos orar por cualquier cosa que queramos?

a-la-manera-de-los-jovenesPodemos orar por cualquier cosa que creamos que pueda ser útil a nuestra felicidad y a la de los demás. Por ejemplo, podemos orar por mejorar, por ser determinada clase de persona. Básicamente, es posible orar por todo lo que uno ansíe. Pero no es aconsejable orar por cosas negativas. Hacer daimoku por algo que puede obstruir el propio avance hacia la felicidad o el de los demás terminará produciendo un efecto negativo en nuestra vida, porque una oración así va contra el ritmo fundamental de la vida. La clave para que nuestras oraciones tengan respuesta es orar en sintonía con el ritmo universal.

La Ley Mística es el origen de todos los cambios. Por eso, cuando invocamos Nam-myoho-rengue-kyo, podemos activar las fuerzas universales y hacerlas actuar en nuestro apoyo.

Cuando uno está sufriendo, no hay necesidad de fingir que todo está bien o de fingir buenas caras; debemos invocar daimoku tal como somos y nos sentimos, y dar expresión libre y franca a lo que llevamos en el corazón.

Nichiren Daishonin escribe: «Lo que llamamos fe no es nada extraordinario». Y nos exhorta: «Así como los padres jamás abandonaran a sus hijos, como éstos rehúsan separarse de su madre, así nosotros deberíamos depositar nuestra fe en el Sutra del Loto». En otras palabras, lo que necesitamos hacer es confiar en el Gohonzon con todo nuestro corazón, y orar sinceramente para que nuestros deseos se concreten. Esta oración sin falta nos llenará de fuerza.

No hay nada extraordinario en la oración; es desear algo con toda la vida.

¿Está bien hacer Daimoku principalmente por nosotros mismos?

Es natural que las oraciones se centren en sus propios deseos y sueños, si invocamos daimoku de una forma natural, sin reservas ni afectación, por lo que más ansiamos, con el tiempo iremos cultivando un estado de vida cada vez más amplio y noble. Somos libres de hacer daimoku por lo que queramos. Todo yace en nosotros. Hacer el gongyo y el daimoku no son obligaciones, sino un estupendo derecho que todos tenemos.

¿Qué es más importante al invocar daimoku: calidad o cantidad?

Un billete de cien dólares vale más que uno de diez. Esto, si se quiere, se relaciona con la «calidad». Naturalmente, la mayoría de la gente preferiría tener un billete de cien que uno de diez. En la fe, es muy importante dirigir una oración sincera y poderosa. ¡Pero, por supuesto, mucho mejor aún es tener mu-chos billetes de cien! Así que, en lo que concierne a la oración, cuentan tanto la cantidad como la cali-dad.

cantidad-calidadPracticamos el Budismo para poder ser felices. Entonces, lo importante es que a cada uno le quede un sentimiento de profunda satisfacción luego de invocar daimoku. No hay reglas ni recetas sobre la cantidad de horas que hay que dedicar a la oración. A veces es útil ponerse un objetivo diario, pero cuando uno está cansado o se está durmiendo, y no se entiende ni el daimoku que sale de sus labios, lo mejor es dejar ahí e irse a dormir. Con las fuerzas repuestas, uno podrá orar con mucha mayor energía y concentración a la mañana siguiente; esto es mucho más productivo. Cuando uno hace daimoku, es importante la postura alerta, sincera y concentrada; no está bien orar en forma dispersa o somnolienta.

Lo esencial es que nuestro propio daimoku nos deje satisfechos y con una sensación refrescante. Cuando uno fortalece esta vivencia día tras día, naturalmente encauza su vida en la dirección más positiva.

¿Realmente es cierto que todas las oraciones se traducen en resultados cuando oramos al Gohonzon?

Por supuesto. El Gohonzon nos permite concretar todas nuestras oraciones. Cada una encuentra su respuesta. Nichiren Daishonin escribe:

Aunque uno pudiera apuntar a la tierra y errarle, aunque pudiera ceñir el cielo, aunque pudiera cesar el flujo y reflujo de las mareas y el Sol se elevara por el oeste, jamás podría ocurrir que las oraciones del devoto del Sutra del Loto quedaran sin respuesta.

Nuestras oraciones obtienen respuesta, con más certeza aún con la que el Sol asoma cada día por el Este. Esto concuerda con las leyes del universo. Por lo tanto, lo esencial es que los practicantes del Sutra del Loto -es decir, de Nam-myoho-renge-kyo- estemos realmente poniendo en práctica las enseñanzas del Daishonin. Josei Toda solía decir: «Obviamente, cuando uno golpea una campana, obtiene un sonido muy distinto según sea que la sacuda con un escarbadientes, con palitos para comer, con un badajo... La campana es siempre la misma, pero si uno la golpea con fuerza, resuena potentemente. Si uno la golpea con vacilación, el sonido será débil. Lo mismo puede decirse del Gohonzon. El beneficio que recibimos depende íntegramente de la fuerza de nuestra fe y nuestra práctica».

Pero aunque uno dice que las «oraciones encuentran respuesta», en el Budismo de Nichiren Daishonin la concreción de nuestras aspiraciones no se produce en forma mágica o gracias a algún poder oculto. No es que hay un dios o ser iluminado en un reino distante, que se apiada de nosotros y nos concede lo que queremos. Así como hay leyes físicas que gobiernan la electricidad, y que el ingenio humano ha aprendido a utilizar en bien práctico, el Budismo ha descubierto y revelado la ley de la vida y del universo. Así como la luz eléctrica se inventó a partir de las leyes de la electricidad, Nichiren Daishonin inscribió el Gohonzon para nosotros, a partir de la suprema Ley del Budismo.

Hasta donde sabemos, sólo los seres humanos podemos orar, y lo hemos hecho desde los tiempos más remotos. Hemos orado al Sol, al Fuego, a las Montañas... Nuestra especie lleva milenios uniendo las palmas de las manos para orar a la Naturaleza en busca de seguridad y de felicidad. La oración expresa nuestra veneración al universo, nuestro temor reverencial ante las fuerzas que superan nuestra capacidad. La oración trasciende la lógica y la razón y el marco de lo científico. Y surge a partir de reconocer y percibir intuitivamente, la relación, la correspondencia, el vínculo que une al individuo con el universo. Unir las palmas de las manos en oración es una de las acciones humanas más nobles y dignas de respeto que pueda haber.

La oración es instintiva en el ser humano. Para dar un ejemplo, cuando nos vemos en problemas, instintivamente buscamos ayuda o protección. Ese instinto de protección evolucionó naturalmente hasta adquirir la forma de una oración.

Es importante que las oraciones sean específicas y concretas. Orar de una forma difusa y sin objetivos es como disparar una flecha sin apuntar al blanco. Cuando uno se dirige al Gohonzon, debería hacerlo con el deseo poderoso y apasionado de que su oración se haga realidad. Quien piensa: «Si invoco, todo tiene que salirme bien», más que orar, está cayendo en una simple expresión de deseos.

¿Hay que hacer daimoku por un objetivo solo o está bien orar por varias cosas al mismo tiempo?

Se puede hacer daimoku por cuantas cosas uno crea necesario. La persona con muchos deseos y sueños deberá orar seria y sinceramente para cumplir cada uno de ellos. El Budismo es razón.

¿Por qué hay algunas oraciones que no se concretan? ¿Y estas oraciones sin concretar también contribuyen a nuestro desarrollo humano?

manosEn ocasiones, nuestra oración parece tardar un siglo en concretarse. O bien no se logra, a pesar de que hicimos daimoku con toda la pasión del mundo. Pero lo importante y lo que uno debe tener en cuenta es que hay que seguir invocando hasta que las oraciones se concreten. Ese daimoku sostenido y continuo nos da la oportunidad de examinarnos rigurosamente, y también de imprimir cambios positivos en nuestra vida diaria. Es como el trabajo: uno consigue un empleo y se presenta el día acordado, para comenzar. Pero no cobra el sueldo ese mismo día. O es también como la jardinería: uno planta un retoño y lo riega todos los días, pero tarda bastante tiempo en convertirse en el árbol soñado.

Los beneficios que recibimos a raíz de hacer daimoku al Gohonzon son de dos clases: visibles e invisibles. Los beneficios visibles implican una clara protección en momentos de dificultad, o una rápida solución a un problema que estamos enfrentando. Por su parte, los beneficios invisibles son como el retoño que toma su tiempo hasta llegar a ser un árbol magnífico. Acumulamos buena fortuna poco a poco, y este crecimiento se vuelve ostensible sólo al cabo de los años. En la vida, lo que más importa es el beneficio invisible o intangible. Los beneficios inmediatos o visibles ayudan mucho, pero lo que realmente define nuestra vida es la victoria rotunda que uno obtiene a la larga.

Aunque las oraciones no se traduzcan en respuestas inmediatas, si uno sigue haciendo daimoku todos los días, estará haciendo la causa de un cambio muy notorio y profundo en el futuro. Sin excepción, todos podrán mirar hacia atrás y sentir que las cosas adoptaron el rumbo más positivo.

En el logro de un objetivo por el que estamos orando intervienen muchos factores. Pero si uno hace daimoku sinceramente con todo su corazón, podrá corregir la órbita de su vida y encausarla hacia un rumbo mucho más constructivo. Nuestras oraciones ejercen un impacto de largo alcance.

Tribuna Dominicana

  • Publicación agosto 2017
    Editorial del Presidente de la SGI, Daisaku Ikeda: Una invencible convergencia dedicada al bien mayor.
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