Porque somos Budistas: Basado en la Carta “La Felicidad en este Mundo”.
Por: José Antonio Peña y Carime Matos de Peña.
En esta ocasión, nos referiremos a una experiencia de cómo el budismo nos ha ayudado a elevar nuestra condición de vida y ayudar a jóvenes que de alguna manera escuchan nuestra voz.
José Antonio Peña
Soy instructor de béisbol y mi esposa profesora universitaria. De manera que, cada semana pasan por nuestras manos cientos de jóvenes. Las primeras ideas sobre “BUDISMO” las aprendí en la Universidad cuando cursé la asignatura Historia de las ideas políticas. Llamó mucho mi atención la conducta del Buda Shakyamuni, quien sacrificó todo para dedicarse a buscar soluciones a los males que afectaban al ser humano de manera incondicional. Al cabo de un tiempo, luego de este primer contacto con la historia del budismo, esta filosofía toca las puertas de mi hogar. Mi esposa Carime había iniciado de forma sorprendente el estudio de esta interesante filosofía de vida. Con su inicio en la práctica, el budismo comenzó a hacer ruidos a diario en mi casa, aunque de forma muy tenue. Tuve la maravillosa oportunidad de leer y escuchar sobre valores humanos, elementos inseparables de la práctica budista.
En los primeros momentos hice contactos, además de mi esposa, con algunos jóvenes que hacían práctica asidua; recuerdo a los jóvenes Ramón Osorio y Juan Manuel Debrand que tuvieron la oportunidad de hablarle a decenas de niños que jugaban béisbol bajo mi dirección. Estos jóvenes de manera sutil, pero entusiasta, pudieron hablarles a los niños de valores humanos y la importancia de trabajar por las metas, basados en algunos textos del presidente Ikeda. Específicamente, el libro “Conversaciones sobre la juventud”, fue sin dudas el texto más trabajado. Más de cincuenta ejemplares fueron distribuidos entre los niños y luego analizados con el concurso de los jóvenes budistas ya mencionados. Los efectos de este trabajo no solo se dejaron sentir en los jóvenes, sino que fueron despertando en mi interior, el interés de búsqueda, sentando las bases que darían inicio a mi práctica. Debo confesar que nunca fui adepto a ninguna corriente religiosa, y nunca fui propenso a pedirle a algo imaginario sin forma, ni aspectos visibles que me permitiera tener una mejor idea de por qué la gente espera algo sin saber si vendrá ni de dónde vendrá. Sin embargo, la filosofía budista había comenzado a surtir efectos en nuestras vidas.
Aprender que debemos hacernos responsables de nuestros éxitos y fracasos, nos ha conducido a hurgar en la filosofía budista más allá de una simple idea. Debo confesar que el principal aliciente lo he encontrado en el fervor con que he visto a mi esposa y compañera ejercer su práctica y verla crecer dentro de la filosofía. Si debiera explicar logros durante este periodo me centraría en decir que aprendí a amar y valorar más a mi compañera. Hacer más madura una experiencia de vida que compartimos hace casi 30 años. El Budismo vino a reforzar los criterios de vida, con los cuales hemos vivido hasta ahora; hacer el bien y servir a la causa de la felicidad verdadera, trabajando y dedicando esfuerzos constantes por la paz y la felicidad de toda la humanidad. En la actualidad y luego de haber sido confirmado como miembro de esta hermosa filosofía, he tratado de que los jóvenes que marchan bajo mis orientaciones en el béisbol profesional, recojan de alguna forma la esencia del budismo de Nichiren Daishonin. Decenas de jóvenes que hacen vida en el béisbol profesional buscan constantemente alguna orientación, circunstancia que aprovecho para darles las orientaciones del Presidente Ikeda, para que puedan enfrentar las dificultades que a diario tienen que superar. De manera sorprendente, las orientaciones del Presidente Ikeda tocan las fibras de los jóvenes que, una vez escuchan las orientaciones y guía de nuestro maestro, sienten como si estuvieran hablando con alguien que ha estado presente en cada uno de esos momentos difíciles de sus vidas. A lo mejor no estamos formando fervientes practicantes budistas todavía, pero de lo que no nos cabe duda es que estamos plantando la semilla de la Budeidad y haciendo felices a una gran cantidad de jóvenes que encuentran aliento en las orientaciones de nuestro maestro Ikeda.
Ver los frutos de jóvenes profesionales en distintas áreas, hombres convencidos de su capacidad y delineando sus metas, son más que evidencias de la efectividad de la práctica y del real funcionamiento de esta filosofía.
Carime Matos de Peña
Para mí como maestra, el haber entendido que poseemos un potencial ilimitado que no depende de las circunstancias y que podemos trascender… porque la vida, a cada instante, impregna por completo el mundo de los fenómenos y se revela en todos ellos, (END, pág. 3) de manera que somos causa y que lo que vemos a nuestro alrededor es el efecto, porque las causas yacen dentro de nuestra propia vida. Este entendimiento me ha permitido desarrollar fortaleza interior, descubrir mi misión, reconocer mi potencial y aprender a usar de la mejor manera las cualidades que poseo. La práctica budista se trata de empoderarse, usar todos los recursos que poseemos para crear valor en nuestra vida y en la vida de los demás, es elevar nuestra condición de vida, ayudando a las personas a que hagan lo mismo y a construir su felicidad. Para esto, se requiere compromiso y disciplina. El poder ilimitado del Gohonzon nos provee esa disciplina y nos convoca a asumir el reto de comprometernos con nuestra misión de trabajar por el kosen-rufu (1). Fruto de esa determinación, el grupo de educadores de la SGIRD, coordinado por la profesora Herminia Altagracia Debrand (Tati), asistidas por la Dra. Clara Benedicto y esta servidora, hemos asumido el desafío de orientar a nuestros compañeros maestros sobre la Educación Humanística de la creación de valor, cuyos conceptos se basan, de manera concisa, en las perspectivas budistas y, esencialmente, sobre la naturaleza de la vida. Entender que nuestra mente, nuestra vida y su ambiente, son entidades de los tres mil aspectos contenidos en cada instante vital…
Disfrutar de paz y de seguridad en esta existencia y de buenas circunstancias en existencias futuras, es entender que somos budas de alegría ilimitada, alegría que nos provee la entonación de Nam-myoho-renge-kyo. Estamos felices y seguros de que hemos sembrado y seguiremos sembrando la semilla de la Budeidad en la vida de muchos jóvenes... como consecuencia de esto, y sin habérnoslo propuesto, disfrutamos de grandes beneficios invisibles y visibles en nuestra vida.
(1) Kosen Rufu: Literalmente significa declarar y propagar ampliamente el budismo; asegurar la paz duradera y la felicidad de la humanidad mediante la propagación del Budismo de Nichiren Daishonin. En otro sentido, establecer los ideales humanistas del Budismo del Daishonin en la sociedad.